El martes, día dedicado a Santa Marta, deben reabrirse los templos. Aquí, en la iglesia de la Asunción, los devotos están echando de menos, como yo, encender una vela a la amiga de Jesús. Hace no pocos favores la hermana del resucitado Lázaro, la que Velázquez pintó dándole protagonismo respecto a su hermana María en la escena que recuerda la visita del Mesías a la casa de Betania.
Ese martes 21 es festividad de San Anselmo, y por el chinavirus y el consiguiente confinamiento, dispondremos de horas para pensar en el teólogo y filósofo arzobispo de Canterbury. Pero, más aún, lo que procede es reabrir los templos, con las debidas exigencias preventivas como sucede en los supermercados.
Mascarillas, guantes y separación interpersonal (de pie, 2 metros de distancia entre fieles; sentados, un fiel por banco) pueden permitir que los fieles asistan a misas y visiten sagrarios y capillas y enciendan velas a la Patrona o a la Santa de su devoción. Con iglesias fumigadas diariamente, o cuantos días ordenen los centros de salud, y limpieza total de bancos, reclinatorios y pasamanos con el mismo esmero que se guarda en las Cortes.
La comunión debe efectuarse con guantes. Y los sacristanes y sus colaboradores velarán por que se guarden las distancias. Si un párroco o rector no cuenta con esa ayuda y los medios para desinfección y limpieza exigibles, la iglesia no reabrirá sus puertas.
Teniendo eso en cuenta, no hay razón para que los templos sigan cerrados.
Le comunico la presente al Arzobispo de Sevilla para que gestione la reapertura de acuerdo con la autoridad sanitaria y el delegado del Gobierno. También se lo notifico a mi párroco para que cuente conmigo, si fuere preciso, dos horas diarias en cualquiera de las tareas necesarias para reabrir la iglesia parroquial.
Que lo mismo que no se ha prohibido comprar pechugas de pollo, tampoco se debe impedir que los fieles enciendan velas y asistan a misa.
En Sevilla, a 13 de abril de 2020, fiesta del santo mártir visigodo Hermenegildo.
Antonio Egea.
