El 26 de julio de 2016 envié a la
Casa Real el artículo que publiqué en mi web el día 21 de julio argumentando
irrefutablemente que el Rey de España no debía encargar formar gobierno a
Mariano Rajoy, porque éste transgrede la Constitución y la Ley Orgánica de
Partidos Políticos.
El Rey conculca la Constitución. A pesar de lo cual, el Rey, conculcando el
artículo 61 de la Constitución, le ha encargado que forme gobierno.
Y no hay excusa. Y no vale como excusa el que debería haber
gobierno cuanto antes, porque el cumplimiento de las leyes no admite
excepciones. Es lo prioritario, aunque lo que busca Rajoy es que se dé prioridad
a la formación de gobierno y así continuar con su inaceptable desobediencia a
la Ley Orgánica de Partidos Políticos, que le obliga en su artículo 7.1 al
funcionamiento democrático, lo que infringe Rajoy de modo continuado desde
enero de 2015. Todo lo cual se enumeraba en mi anterior artículo.
Terceras elecciones. Si España debe convocar terceras elecciones para
que alcance mayoría suficiente el partido ganador, que suceda. No es ningún
“ridículo” como lo ha valorado Rajoy. Lo desastroso, más que ridículo, es que
un dirigente político que no es legítimo representante del Partido Popular
reciba el encargo de formar gobierno.
Rajoy califica a España
negativamente. Eso de calificar como
“ridículo mundial” unas terceras elecciones manteniendo un gobierno en
funciones forma parte del irracional autoconcepto negativo que muchos españoles
tienen de nuestra Patria, actitud que debe ser superada de una vez, empezando
por los gobernantes. No hay ninguna razón para ridiculizar unas terceras
elecciones. Y puestos a considerar situaciones ridículas verdaderas, ahí está
el gobierno británico, que no ha dado ni un paso para tramitar la separación de
la Unión Europea pese al referéndum que lo ha decidido; y lo mismo que ese
gobierno extranjero, es ridículo que el gobierno de Europa tampoco haya dado un
solo paso para separar definitivamente a ese territorio insular. ¿Más ridículas
que las políticas antiterroristas de Francia y Bélgica? Ridículo es que el
presidente de Turquía hasta haya suspendido en sus tareas a qué sé yo cuántos
árbitros de fútbol. Ridículo es que Rajoy mantenga la subvención a la Alianza
de Civilizaciones con Turquía -ahora y desde 2011-, un aborto del presidente
del gobierno que le antecedió. Ridículo mundial de Rajoy es que no haya
derogado la ley de memoria histórica, con cuyo documento se pretende deshacer
la historia, como hicieron los bárbaros musulmanes arrasando la España visigoda
hasta las tumbas de los santos, y ahora continúan en oriente próximo las mismas
hordas de descerebrados terroristas.
La debilidad de Rajoy es un
hazmerreír. En “Huelva Información” del 14
de agosto de 2016 declara Rajoy que España sería el “hazmerreír de Europa” se
hubiera que convocar terceras elecciones. Como respuesta a esa valoración, el
hazmerreír mundial se presenta en la página siguiente con los independentistas
catalanes desobedeciendo a los tribunales y al gobierno, y un terrorista vasco
provocando al gobierno pretendiendo ser el presidente del gobierno de
Vascongadas. Por favor, ¿Rajoy es estúpido además de impostor? Eso parece.
Parece que no se ha enterado de que la España que él malgobierna es una
vergüenza histórica para los españoles y para todo el mundo. Y por tanto lo que
mandan la moral, la razón y la justicia es que, antes de pronunciar ni una bobada
más, convoque el congreso de su partido, a lo que le obligan la Constitución y
la Ley de Partidos, y no deje al Rey conculcando la Constitución por asumir la
impostura de Rajoy encargándole formar gobierno. Lo que debe encargarle el Rey
a Rajoy, antes que otra cosa, es que convoque el congreso de su partido, para
cumplir con las leyes. Y cuanto antes, lo que el Rey debe encomendar al que le
encargue formar gobierno es que se deje de avergonzar a los españoles con la
insumisión de unos regionalistas a los que no se les pone freno, pese a que la
Constitución establece el sometimiento de las autonomías que actúen con
ilegalidad. ¿Querrá hacerlo de una vez el Rey, especialmente para que los más
jóvenes no se desilusionen y se frustren viendo a su Patria en un caos? Que lo
tiene que hacer, ¡Dios Santo! Que ya basta de tanta debilidad, de tanta
cobardía.
Las segundas elecciones, un bien
nacional. Cuántos beneficios han
deparado las segundas elecciones, ya que han permitido conocer mejor a los
candidatos. Estos han dispuesto de tiempo para desbarrar al punto de probar que
la mayoría de ellos está alejada del nivel mínimo para gobernar. Los votantes
han sabido más sobre las candidaturas y en consecuencia inteligente han bajado
los votos de tres de los cuatro principales partidos; además, han aumentado los
votos al Partido Popular. Y quede claro que de los españoles sólo han votado a
Rajoy los madrileños; el resto no ha votado a Rajoy sino al Partido Popular. En
las encuestas el representante ilegítimo de los populares sigue recibiendo la
calificación de insuficiente.
Los tres primeros dirigentes de un
anticuado partido comunista que se asemeja a sus grupúsculos parientes de 1977
constituyen una vergüenza nacional. Y hasta produce asco que cadenas de
televisión, radio y prensa no hayan arremetido hasta obligarle a marcharse de
la política a su principal representante tras proferir miserables palabras
contra una periodista. Dan tanto asco porque, si Rajoy las hubiese proferido,
esos medios de comunicación detestables no habrían cesado en su acoso a Rajoy
hasta verlo proscrito de la política. Lo demostraron en 2004 hasta aupar al
poder a un necio que introdujo a España en su peor época gubernamental desde
1939.
El vocalista de Isla Cristina. Lo que está fuera de época es que el candidato
socialista todavía mantenga en su lenguaje las voces derecha e izquierda como
si constituyesen claves explicativas para elegirlo a él y rechazar otros. Eso
se demuestra en que no cesa de descender el número de sus votantes. Sánchez está
tan anticuado que sus consejas pertenecen a un mundo desaparecido, como el de
la vecina, entrada en años, de San Silvestre de Guzmán, que en su conversación
cotidiana no deja de aludir, como si fuera presente, a cuando ella cantó cuplés
en el concurso de Radio Huelva, y a la feria de su pueblo acudía Sosa, el
vocalista de Isla Cristina.
Susana Díaz ha perdido el carisma. Lamentablemente las segundas elecciones han
dejado sin carisma a Susana Díaz. Esta se presentaba con más personalidad que
Pedro Sánchez para sucederle e incluso dirigir España. Con tanto carisma que no
importaba que hubiese bajo su mandato andaluz casi tantos mangantes como
en la Cataluña de la familia de mafiosos Pujol. España necesita un gobernante
carismático, ya que Rajoy no lo es, ni se ha preparado para ello, y su mayor
ilusión es ser un jefe de oficina con buen sueldo y suficientes horas
disponibles, y por tanto una mujer decidida, orgullosa de española y con
desenvoltura podía remediar el malage del gallego (que sólo tiene gracia, y la
tiene, cuando contesta en el congreso a los aprendices de oradores sin futuro).
Pero, ay, con una sola frase, sincera, defendiendo a su clan de favorecidos sin
mérito, ha perdido totalmente la buena imagen que presentaba ante los
españoles. ¿Podrá recuperar el carisma? Sólo en el caso de que siga unos
consejos inteligentes, los ponga en práctica y se rodee de asesores de alto
nivel y no de prebendados con cédula socialista; además necesitará tiempo.
Escuela Universitaria Nacional Superior de Ciencias del Gobierno. La
Universidad Laboral José Antonio Primo de Rivera tiene ahora el nombre de
Universidad Pablo de Olavide, en Sevilla. Si los iconoclastas seguidores de la
ley de memoria histórica -que no ha derogado Rajoy pese a su extremismo
irracional- fueran coherentes, deberían haber destruido las universidades
laborales, que fueron un buen ejemplo de acción educativa de interés general
del régimen de Franco. Esa ley la ha engendrado el peor gobernante de España
desde la última guerra civil. La solución frente a aquel mentecato, frente a
los gobernantes que antes de Rajoy han vendido España a presiones regionales
para obtener mayorías parlamentarias, y frente a la mayoría de incompetentes
que ahora mismo aspiran al gobierno nacional; frente a todo ello la única
solución es crear una Escuela Nacional Superior de Ciencias del Gobierno cuyos
egresados sean los exclusivos titulados admisibles para ocupar el gobierno
nacional, los demás gobiernos regionales, provinciales y locales de municipios
de más de 50.000 habitantes (la foto ha sido tomada de casareal.es). 19-8-2016
