Eso en septiembre. Un mes más tarde en
Barcelona se cuentan 300 españoles heridos y un francés muerto, que parece
título de comedia de Jardiel Poncela, para una semana catalana de disturbios
ante los que el peor presidente de gobierno desde hace ochenta años no
reacciona a medida. Es más, su ministro Marlaska, que se asemeja a aquel
personaje de “Cabaret”, apostrofa que los turistas no tienen por qué renunciar
a sus viajes a Barcelona. Así supera a su colega vicepresidenta, que acuña
frases para mitigar los desaguisados de su presidente, y que posee el mismo
talante tontorrón del guardaespaldas de Capone, que, en medio del tiroteo y del
fuego barcelonés de la pelea entre bandas mafiosas, responde a su jefe que le
pregunta: “- ¿pero tú dónde estabas? - ¡Yo, viendo Rigoletto!”.
Como colofón al caos del desgobierno,
el presidente en funciones prepara -ni se le hubiese ocurrido a Valle-Inclán-
la exhumación de un militar al que el Presidente Eisenhower abrazó
agradeciéndole haber liberado a Occidente del terror comunista y Pío XII le
entregó la máxima condecoración del Vaticano. Todo por haber impedido el
proyecto soviético de incorporar España al régimen con más crímenes de la
historia de la Humanidad. Que ése era el desenlace de la segunda república de
haber triunfado en la guerra. ¿Cuántos jóvenes soldados de ese bando sabían que
morían por Rusia, no por su Patria? Ay, desgraciados muchachos en manos de
inútiles tal aquel Azaña acuñador de frases como Carmen Calvo y de traidores
como Pedro Sánchez. Asesinos socialistas cuales los que quitaron la vida a
Calvo Sotelo para precipitar la contienda después de miles de asesinatos de
católicos e incendio y destrucción de lugares sagrados. Un régimen aquel tan
estúpido que se definía constitucionalmente “España, república de
trabajadores”. Parece mentira que Ortega, Marañón y Pérez de Ayala suscribieran
ese título que para un hombre inteligente como don Pedro Muñoz Seca sólo era
una inspiración para sus astracanadas. A resultas de lo cual escribió “La OCA”,
para hartarse de reír de tan burdo proyecto nacional. Claro que los fanáticos
se vengaron de su inteligencia e independencia de criterio fusilándolo en
Paracuellos. Para que ochenta años después en Madrid una calle esté rotulada
con el nombre del asesino.
Pero la vida no se detiene y hay
jóvenes novios que celebran su boda fotografiándose ante una barricada
incendiaria barcelonesa. Ni el peor gobernante puede acabar con la ilusión de
la pareja, ella de blanco. ¡Vivan los novios! les gritaban los agitadores. Lo
decían en español, como la mayoría de cuantos han sufrido los desmanes. En
español, ay, la lengua de los que vitoreaban en el puerto de Buenos Aires la
llegada del exiliado moguereño universal.
Faltan unos días para las próximas
elecciones, Dios mío. Votarán a Pedro Sánchez los correligionarios de la
alcaldesa socialista de Móstoles, su tío, su hermana, su amiga íntima y su ex
pareja. Pero ¿alguien más? Sí, una panda de cursis que dicen que no votan a Sánchez
sino al Psoe.
¡Apóstol Santiago, Patrón de España,
ayuda una vez más a tu tierra de adopción!
(Fotos tomadas de El Independiente y Wikipedia, 22/10/2019)
