Querida sobrina María, te amplío tu anécdota sobre la filosofía:
Residí en la sierra norte entre septiembre de 1989 y marzo de 1994. Menos varios meses en que dirigí un colegio en Gran Canaria recomendado por tu Padre, el resto de los cuatro años y medio lo dediqué a la lectura, estudio, investigación, meditación y escritura.
Fruto de ello fue la presentación de mi tesis doctoral en Historia de América el 13 de mayo de 1991, con la que obtuve sobresaliente cum laude en la Universidad de Sevilla. Seguidamente continué elaborando mi tesis doctoral en filosofía para demostrar la inexistencia de Dios. Como resultado de mi investigación descubrí que Dios existía, en marzo de 1992. No tardé mucho después en resolver que la Católica es la religión verdadera, nacida de Dios mismo. Junto a ese descubrimiento hallé otros muy importantes. Uno de los cuales es que los humanos constituyen más de una especie, igual que tantas flores, arbustos y árboles. Hablar de una sola especie humana es, pues, un error.
En la Universidad de Salamanca presenté mis investigaciones en un seminario interdisciplinar de la Facultad de Ciencias Químicas, cuyos asistentes eran mayoritariamente profesores de distintas Facultades. También lo presenté en acto inaugural de curso en la Academia Iberoamericana de La Rábida (cuya fundación promoví en Huelva en 1995), bajo la presidencia del que dirige el Instituto de Academias de Andalucía y la Academia de Ciencias de Sevilla, catedrático de botánica en nuestra Universidad. En su intervención sugirió que mi discurso se ampliara con un simposio abierto a distintas materias.
Ya ves, María, que aquella larga temporada serrana dedicada a filosofar dio mucho de sí. Mi queridísimo hermano Joaquín no ha tenido la fortuna de disponer de tanto tiempo, imprescindible para el conocimiento filosófico. Pero, bueno, qué duda cabe que ha aprovechado muchísimo tantísimo trabajo seguido para llevar a cabo tantas acciones en beneficio de la Humanidad, empezando por su familia, su ciudad y tantas generaciones de alumnos.
Filosofar es indagar en las primeras causas y las últimas consecuencias de todo. Un poco de esto lleva este escrito.
Te deseo un buen curso, y cuenta, querida sobrina, con mi entrañable cariño imperecedero y mi admiración por tu valía.
Tu Tío Antonio.
