La Universidad debe reimplantar el Grado de Historia de América. EXCELENTISIMO SEÑOR RECTOR MAGNIFICO DE LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA
Asunto: REIMPLANTACION DEL GRADO EN HISTORIA DE AMERICA
Si me dicen que se ha suprimido la Semana Santa de Sevilla o que el Real Betis Balompié ha desaparecido por acuerdo general de sus socios no me habría sorprendido tanto como enterarme de que en la Universidad de Sevilla ya no hay grado en Historia de América, pese al Archivo General de Indias y la Escuela de Estudios Hispanoamericanos.
Hace unos años ya me había anticipado esta aberración académica, universitaria, intelectual, cultural, política y económica un licenciado en Historia de América que me pidió consejo sobre tema religioso en el pasado cubano. Le contesté que lo recomendable sería consultar al catedrático de Historia de la Iglesia en América. Entonces me llevé la desagradable sorpresa de saber que esa cátedra ya no existía. Cuanto perdía la Universidad Hispalense con esa decisión no cabe en este escrito, porque se requeriría una tesis como mínimo para valorar justamente el error y rectificarlo. Fue el doctor don Paulino Castañeda Delgado, cuya titularidad en dicha cátedra no procedía de ningún grupo de amiguetes, que es la desgracia que ahora desprestigia a la Universidad española por mor de una ley estúpida y decadente, quien dirigió mi tesis de licenciatura y mi tesis doctoral en la Universidad de Sevilla, en la que yo obtuve el premio extraordinario de licenciatura en Historia de América.
Formaba parte del jurado de tal premio el catedrático don Octavio Gil Munilla, que había compuesto una monografía sobre Malvinas, un territorio robado por Gran Bretaña y cuya soberanía, como Gibraltar, perteneció a España, después y ahora a Argentina. Pues, bien, el catedrático de derecho internacional don Juan Antonio Carrillo Salcedo publicó una obra sobre el territorio gibraltareño, para demostrar su españolidad, lo mismo que había hecho Gil Munilla respecto al archipiélago del Atlántico sur. Por su parte, el catedrático de Historia de América don José Antonio Calderón Quijano elaboró un trabajo sobre Belice, que, desgajado de Guatemala, por la presión del gobierno británico, se consiguió finalmente y con malas artes que fuera declarado independiente contra la voluntad y el derecho guatemaltecos. ¿Y qué tiene que ver todo esto con mi reclamación? Que fue el eficiente ministro de asuntos exteriores Alberto Martín Artajo (1957-1969), quien, con la documentación probatoria de la españolidad de tales espacios, fruto fundamentalmente de los estudios de historia de América, conseguiría que Naciones Unidas aprobara la descolonización del Peñón por los británicos. Cuando se tiene la inteligencia, la personalidad y la fuerza de un ministro así, ni siquiera el régimen político de la Nación que reclama es obstáculo para conquistar justamente la voluntad de la mayoría de los representantes mundiales. Como una expresión más del americanismo de dos de esos excelentes profesores, en 1981ó 1982 (no tengo ahora a mano la nota de prensa que se divulgó al respecto), en la Biblioteca Pública de Sevilla se celebró un encuentro sobre la Unidad de España e Hispanoamérica con la intervención de los doctores Calderón Quijano, Carrillo Salcedo y el autor de esta carta.
Mas un hito en la historia de nuestra Universidad fue el Congreso de Americanistas celebrado en nuestra ciudad en 2006, con más de cuatro mil participantes procedentes de sesenta países, lo que lo convirtió “en el mayor de los organizados por la Universidad de Sevilla durante toda su historia”, según Luis Sánchez-Moliní (<Diario de Sevilla>, 18-7-2006, pág. 43).
Si la Exposición Universal de Sevilla se celebró en 1992 fue porque más de ocho mil ciudadanos suscribieron la carta dirigida al Presidente del Gobierno en 1984 instándole a que la pusiera en marcha. Los argumentos de la petición eran mayoritariamente americanistas, porque así lo exigía la razón histórica y porque el primer firmante es un modesto titulado en Historia de América -que también ahora firma esta misiva- con la colaboración de tantos ilusionados sevillanos y compatriotas de otras provincias de España, sin todos los cuales habría sido imposible alcanzar un objetivo que ya es historia de Sevilla, de España y de las Exposiciones Universales.
Así que, Señor Rector, confío en que estudie esta propuesta para que la Universidad de Sevilla recupere uno de sus signos de identidad, el Grado en Historia de América, justificado como una necesidad obligatoria para conocer el pasado universal de una Sevilla, una España y tantas naciones con lazos comunes a los que les une el pretérito y un porvenir que siempre requerirán el estudio documentado y analítico para plantear objetivos constructivos con fundamento intelectual.
En Sevilla, a veinte de octubre de dos mil diecisiete.
Doctor Antonio Egea López,
de la Academia Iberoamericana de La Rábida;
Correspondiente de la Academia Nacional de la Historia
de Venezuela; Academia Argentina de la Historia; Academia
Sanmartiniana de Buenos Aires; y de la Real Academia Hispanoamericana de Cádiz.
