jueves, 26 de octubre de 2017
viernes, 20 de octubre de 2017
A Su Majestad el Rey de España.
Felicito al Rey por su intervención pública, que ha animado a los españoles. Mas la decadencia catalana continúa, y los españoles están hartos de un gobernante al que no le hierve la sangre.
RAJOY DEBE SER SUSTITUIDO.
Lo decía en mi carta del 1 de octubre. Es urgentísimo que Rajoy deje el gobierno ya que no tiene capacidad alguna sino para hundir la economía con su pasividad. Igual que en un centro de enseñanza los culpables de los desórdenes no son los alumnos gamberros sino los directores escolares con su falta de personalidad, de categoría y de autoridad. Es un bien nacional que el Rey logre que el presidente del gobierno dimita con cualquiera excusa médica o alegando otro motivo, y así los españoles puedan sentir ilusión por una España mejor. Que lo sustituya la vicepresidenta mientras su partido elige nuevo dirigente, pero carismático, por favor, no un mediocre.
SUSPENDER TOTALMENTE LA AUTONOMÍA CATALANA.
Como consecuencia de la debilidad del presidente hemos llegado al punto de que se ha de acometer lo que debió haberse hecho hace tres años, o muchos más, suspender totalmente la autonomía de Cataluña. No en parte, como ya apunta el inútil Rajoy aumentando catastróficamente sus decisiones, sino totalmente. Las consejerías catalanas han de dirigirse por los ministros, y el presidente del gobierno nacional asumir la gobernación de la región que pretenden separar unos tarados mentales.
Digo tarados porque es la imagen que presentan los principales voceros de ese lío regional. Lo que llevamos viendo con amplias informaciones estos días es que los que encabezan esa patochada de secesionar la región noreste de España son unos tarados mentales, gente con el coeficiente intelectual de la mula Francis. De tan escaso nivel que resulta un ridículo histórico y universal. Con esos dirigentes cuales gamberros escolares es penoso que la Nación haya llegado a esta situación. Quien ha permitido alcanzar este punto es un inútil gobernante. Con razón cuando el presidente de Estados Unidos escuchó por boca de Rajoy lo que ocurría en España dijo “es una tontería”. Como que a Trump o a Putin se les enfrentan estos tarados y los sucesos no ocupan más de un telediario.
Es que los tarados catalanes están viviendo este pitorreo inacabable como un éxito al que sólo le falta apoyo internacional. Yo los había calificado siempre como catetos, pero me quedé corto. Hace dieciocho años pasé un mes en aquella región. En el centro religioso donde fue el retiro espiritual se hablaba en español, como es lógico y racional. Una empleada nativa, cada vez que había cánticos, apuntaba que al menos uno fuera en catalán. Cosa semejante es impensable en Andalucía; aquí a nadie se le ocurre reclamar que en un repertorio coral al menos se cante un fandango o la salve rociera. Esa es la catetez que yo había visto entre esos pueblerinos, yo y Fernando el Católico, que hubo de trasladar a los frailes de Monserrat y sustituirlos, que yo recuerde, por vallisoletanos. La abismal diferencia entre la región cateta y Andalucía es que aquí son los visitantes los que reclaman escuchar unas sevillanas. ¿O es que en los salones de baile de Salamanca se anuncian clases de sardanas? Estoy seguro de que aquella cateta se ha metamorfoseado en separatista. Por culpa de Rajoy. Y de sus atolondrados predecesores.
INHABILITAR PARA CARGO PUBLICO A LOS PRINCIPALES CULPABLES DEL CAOS CATALÁN.
Ya que la vicepresidenta es abogada del Estado, y no ha probado que sirva para algo más, debe remitir con urgencia al fiscal general o al que competa denuncias contra los representantes catalanes que han delinquido, cuanto menos desobedeciendo constantemente a las autoridades políticas y judiciales, para que se les instruyan expedientes a fin de inhabilitarlos. Hay que impedir que encima vuelvan a presentarse a elecciones. Si esto sucediere es que la vicepresidenta tampoco sirve para abogada del Estado, y entonces sería preferible que marchara con Rajoy a la nada política.
DISOLVER LA POLICÍA AUTÓNOMA CATALANA.
Entre las medidas imprescindibles a incluir en la suspensión de la autonomía está la disolución de la policía regional. Sus mandos, al paro; y los policías sin graduación podrán integrarse en la Guardia Civil, con los emolumentos que se aplican en ésta y con todas sus demás exigencias y condiciones. Quien se niegue no tendrá ni derecho al desempleo. Deben repartirse equitativamente por las provincias, más Ceuta y Melilla, y ninguno continuar en Cataluña ni trasladarse a Vascongadas, reino de Valencia o Baleares.
SUPRIMIR LAS EMBAJADAS CATALANAS
Otra medida a englobar en la supresión de la autonomía será la eliminación de las ridículas, ilegales e inconstitucionales embajadas catalanas. Todos sus empleados irán al paro. Igualmente se suprimirán todas las instituciones inútiles que han sido creadas para colocar adeptos. De la misma manera se suprimirán todas las subvenciones que no sean estrictamente de ayuda directa a los necesitados, como comedores y asilos (20-10-2017).
lunes, 2 de octubre de 2017
A Su Majestad el Rey de España.
RAJOY DEBE SER SEPARADO DEL GOBIERNO.
El principal responsable de lo que hoy sucede en una región de España manipulada por catetos es el presidente del Gobierno. Hace tres años propuse que se suspendiera la autonomía catalana, porque, de no hacerlo, cada día empeoraría la situación. Así ha venido sucediendo y hoy, ante los españoles y ante el mundo, nuestra Nación ha experimentado un bochornoso espectáculo impropio de nuestro Ser.
Pensaban los españoles inteligentes que desde el bodrio de la II República nunca se había gobernado tan mal hasta que llegó Zapatero, pero ha ocurrido que el incompetente, débil, pasivo, cobarde e inútil Rajoy ha superado ridículamente a su antecesor. Y el muy necio todavía postula dialogar con los secesionistas que claramente lo único que pretenden es la independencia de una región española que, para que la cosa sea más esperpéntica, jamás constituyó reino.
La situación es tan extrema que el Rey no puede dejar toda la iniciativa a quien no tiene personalida. El monarca debe reunirse con Rajoy el lunes 2 de octubre y comunicarle sin paliativos que no confía en él, responsable de cuanto ha acontecido hoy y seguirá ocurriendo si continúa gobernando.
Esto debe informárselo reservadamente, y si Rajoy quiere dimitir que dimita ya, pero lo conveniente es proceder urgentemente a convocar unas primarias para que compita, sin complejos ni prejuicios sino con sentido patriótico, el mayor número posible de candidatos. Si se procede bien, eligiéndose a un personaje carismático, tras elevar al ganador a la presidencia del Partido Popular, ha de haber elecciones generales. Con la seguridad de que la mayoría de los españoles quiere votar a favor de un ciudadano que saque a España de este caos en que la ha introducido el registrador de la propiedad menos apto para dirigir a una gran Nación.
Entretanto, Rajoy debe seguir como presidente del Gobierno, pero sin hacer más tonterías, como fue la de promover a candidato andaluz de su partido a un mediocre conmenos garra que un actor de tecera fila en una comedia de telebasura. ¿Y quién debe mandar en Rajoy? Pues, a la espera de otras elecciones, está claro que el Rey de España. Porque al Monarca y a sus asesores no se les escapa que los españoles, viendo la torpeza de Rajoy, miran a la Zarzuela para que no se calle ni se quede al margen de esta situación disparatada. Vamos, que Rajoy ha implicado al Jefe del Estado en este camino al caos. Pensar otra cosa es una imbecilidad propias de los peores reyes de nuestros más desgraciados momentos históricos. Creía Rajoy que aguantando carros y carretas al final encontraría solución; no ha sido así ni lo será para el Monarca si incurre en la misma pasividad y torpeza. Más: si Rajoy dimite debe ser presidenta provisional su vicepresidenta. Tal para cual.
SUSPENSIÓN DE LA AUTONOMÍA CATALANA.
¿Qué más debe hacer el Rey? Pase lo que pase el día 2, el Rey debe instar a Rajoy o a su sucesora a que suspendan de inmediato la autonomía catalana. De inmediato, sin más dilación que la que exige la Constitución. Si la respuesta es negativa, el Rey debe pronunciarse ante los españoles para que todos sepan que es el Jefe del Estado, y no sólo besa las mejillas de niños y estrecha la mano de nuevos embajadores, sino que se dispone a cumplir atribuciones que le confiere la carta magna. Sin complejos ni prejuicios, que son los que han llevado a Rajoy al ridículo de emular a los peores dirigentes de la historia de España.
O LAS FUERZAS ARMADAS INTERVENDRÁN EN CATALUÑA.
Si el mismo día 2 Rajoy o su sucesora no anuncian la incoación del expediente de suspensión de la autonomía catalana, el Rey de España debe citar para prinera hora del día 3 a los mandos superiores de las Fuerzas Armadas subordinados a su mando supremo (artículo 62,h de la Constitución). Esa misma mañana, sin ambages el Rey y los mandos superiores de dichas Fuerzas deben proclamar que según el artículo 8,1 de la Constitución las Fuerzas Armadas "tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional". No obrar así es traicionar a la Nación. En consecuencia, sin pusilanimidad ni tibieza el Monarca debe preparar la ocupación de Cataluña mientras no se cumpla la Constitución. ¿Que esto es de envergadura? Pues, claro, pero es la hora de los inteligentes, honrados y eficaces. ¿O quiere Felipe VI pasar a la historia como un mequetrefe tal Carlos II, Carlos IV y Fernando VII? No es fácil esta operación, pero los Ejércitos españoles han de demostrae que en nuestra Nación pueden acometer las mismas tareas que se realizan al servicio de otros países. Los Ejércitos, bajo el Mando Supremo, tienen que hacer cumplir la Constitución.
DECLARACIÓN DEL ESTADO DE ALARMA.
En apoyo de esa acción militar, el mismo día 3 el Gobierno debe declarar el Estado de Alarna en Cataluña (artículo 116, 2 de la Constitución). Estado que durará quince días, y que puede prorrogarse por la mayoría del Congreso.
Majestad, espero que mis oraciones a Santiago le ayuden a discernir y actuar. Lo suscribo en Constantina a uno de octubre de dos mil diecisiete (2-10-2017).
Dr. Antonio Egea López
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